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La batalla de los estándares de economía de combustible: Trump vs Biden
Photo by engin akyurt / Unsplash

La batalla de los estándares de economía de combustible: Trump vs Biden

La disputa entre Trump y Biden sobre los estándares de economía de combustible refleja diferencias políticas, industriales y ambientales cruciales para el futuro del transporte y la regulación en EE.UU. Biden busca retomar metas más estrictas tras las flexibilizaciones de Trump.

La política ambiental y energética de Estados Unidos enfrenta un nuevo giro. Tras años de endurecimiento bajo Joe Biden, la administración de Donald Trump —de vuelta en la Casa Blanca— anunció un plan para relajar nuevamente los estándares de economía de combustible. Esta regulación define cuántas millas por galón (MPG) deben alcanzar los autos nuevos y es clave para controlar emisiones, reducir consumo y empujar tecnologías más limpias.

La consecuencia: el país vuelve a moverse entre dos polos regulatorios que afectan industria, clima, innovación y seguridad energética.

Qué había hecho Trump antes

Durante su gobierno previo, Trump había debilitado los estándares de eficiencia vehicular que estableció Barack Obama, quien proyectó una meta de 54.5 MPG para 2025. Esa medida buscaba acelerar la transición hacia autos más eficientes, híbridos y eléctricos.

Trump desmontó esa proyección con la regla SAFE, que permitió que los fabricantes ofrecieran autos más pesados y con peor rendimiento, reduciendo el avance hacia tecnologías limpias. Ese cambio fue criticado por su impacto ambiental y por retrasar la competitividad frente a Europa y China.

El giro de Biden que elevó nuevamente las exigencias
Joe Biden revirtió ese retroceso. Su gobierno subió de nuevo la vara e impulsó estándares progresivamente más estrictos, alineados con la agenda climática de EE. UU. y con el objetivo de acelerar la adopción de vehículos eléctricos.

El mensaje era claro:

más eficiencia, menos emisiones y mayor innovación industrial.

Lo que cambia ahora: Trump flexibiliza de nuevo

Con su regreso, Trump está desmontando otra vez las reglas endurecidas por Biden. Su administración ha iniciado el proceso para:

  • reducir las metas de eficiencia requeridas para fabricantes,
  • ampliar las opciones de vehículos de combustión con mayores consumos,
  • desacelerar la presión regulatoria sobre automotrices respecto a autos eléctricos,
  • revisar o eliminar incentivos vinculados a reducción de emisiones.

El argumento oficial: “proteger a consumidores y fabricantes” de costos más altos.

El efecto real: retroceso en objetivos climáticos, más emisiones y pérdida de inercia en electrificación.

Por qué importa: industria, clima y competitividad

La flexibilización abre un nuevo capítulo del péndulo regulatorio estadounidense. No se trata solo de política ambiental:

es una disputa económica, geopolítica y tecnológica.

  • Industria automotriz: menos presión para innovar en eficiencia y electrificación.
  • Consumidores: vehículos más baratos en el corto plazo, pero con mayor gasto en combustible.
  • Clima: aumento proyectado de emisiones y retraso en metas de reducción.
  • Competitividad: riesgo de rezago frente a Europa y China, que mantienen reglas mucho más duras y mercados de autos eléctricos más fuertes.

La señal al mercado es clara: el rumbo regulatorio en EE. UU. vuelve a ser incierto, lo que complica inversiones a largo plazo.

Lo que sabemos hasta ahora

Las nuevas medidas de flexibilización están en desarrollo regulatorio y pasarán por revisiones públicas antes de su implementación final. Sin embargo, el mensaje político y normativo ya cambió:

Estados Unidos se aleja nuevamente de estándares más estrictos y ralentiza la transición energética en el sector transporte.


Puedes buscar más información en:

  • “Trump administration rolls back fuel economy standards” — NPR / WSKG  
  • “White House to propose less stringent fuel economy standards” — Reuters  
  • “Trump proposes slashing fuel economy rules in boost for gas vehicles” — Reuters (resumen general)